La familia de los gádidos abriga al género del abadejo. Dentro de la comunidad científica es referido como Pollachius pollachius, guarda gran semejanza con el bacalao. En algunos mercados inclusive lo venden por bacalao.
Características del abadejo
Su talla promedio se ubica en los 72 centímetros. Sin embargo, hay ejemplares que alcanzan una longitud de 130 centímetros y un peso de asombrosos 18 kilos. Su vientre es de tonalidades claras, mientras que en el dorso tiene un color oliva con tonos pardos.
Tiene una complexión esbelta, diminutas escamas cicloides recubren su cuerpo. Su mandíbula está equipa con agudas piezas dentales. Entre las mayores particularidades del abadejo se cuenta su carencia de barbilla.
Tiene una mandíbula muy sobresaliente. Posee un trío de aletas en su dorso, separadas entre sí de forma visible. Así como un par anales, siendo la primera de mayor anchura. En su vientre diminutas aletas incorporadas a las pectorales. De igual manera, una caudal prominente y agrietada en la orilla trasera. Su esperanza de vida ronda los diez años.
Hábitat
Por su comportamiento, se le clasifica como pelágico dado que suele frecuentar el mar abierto. También puede ser bentopelágico, porque pasa el grueso del tiempo en el fondo del agua. En contraste, el joven gusta más de pasearse cerca de la región costera.
Igualmente, suele nadar con frecuencia por los fondos abundantes en piedra e incluso por los navíos hundidos. Claro, si no superan los 200 m de hondo. La población del abadejo se encuentra en la región costera del Atlántico europeo, pasando por Noruega así como por Islandia. Incluyendo también al Golfo de Vizcaya.
Comportamiento
Cuando es más joven, el abadejo tiende a ser más social. Por ello, es recurrente que nade en cardúmenes de una treintena de ejemplares a escasa profundidad. Mientras crecen, se vuelven más “huraños” y el banco en que se desenvuelven es más escaso.
Los peces inmaduros se convierten en presa fácil del dentón y la lubina, quienes son sus depredadores naturales. Su preferencia por las costas dura hasta el tercer año de vida. Luego, se prepararán para migrar al mar abierto.
Su menú se basa en pececillos, camarones, cangrejos, langostinos así como cefalópodos. Al abadejo se le considera entre los pescados magros, pues apenas contiene 1% de grasas.
reproducción del abadejo
Son pocos los datos que se disponen sobre su apareamiento. Sin embargo, ocurre entre los meses de febrero y mayo a latitudes de 100 a 150 m de hondo. Acá olvidan su carácter asocial, puesto que forman cardúmenes de multitud de ejemplares.
El desove ocurre a 300 metros de profundidad, así como a 10ºC. Los huevecillos miden cerca de 1 mm de diámetro. Tanto huevecillos como larvas quedan a la deriva en las proximidades costeras.
De allí bajarán al fondo hasta que el crecimiento del abadejo se sitúe en 25 centímetros. Cuando tiene este tamaño podrá sumergirse a 200 metros de profundidad. Al año de vida cuenta con 17 centímetros de largo.
El comercio del abadejo
A lo largo del año es posible encontrarlo en los mercados. En España es común su comercialización en filete libre de espinas y piel: rebosante de frescura.
Hay quien lo ofrece congelado. También se vende entero, en rodajas o trozos. En otras regiones lo desecan para prepararlo en conserva. Después de secar, el pescado parece achatado y rígido. Sin embargo, es fácil revertir esta apariencia remojándolo.
En tiendas ambulantes de los Países Bajos lo ofrecen en compactos pedazos rebozados al que denominan kibbeling. Los argentinos, especialmente, disfrutan del abadejo en sus platos, pues degustan su deliciosa carne. ¡No es para menos! Su carne destaca por su suavidad que garantiza una cocción de primera. Las contadas espinas que posee facilitan la tarea de limpieza. La carne es amarilla, blanda y puede cocinarse de múltiples maneras.
Entre ellas a la parrilla, asados o hervidos así como cualquier receta que se utilice con la merluza. El amarillo pasará a blanco si se frota contra un limón con antelación. ¡Quedará estupendo rebozado en huevo batido y harina! Es común que se le utilice para elaborar sopas, pasteles o deliciosas empanadas. Si el abadejo es pequeño se puede procesar para hacer “surimi”: una pasta de pescado. Al saborizarse se comercia como palitos de cangrejo.
A pesar de sus incontables beneficios y oportunidades culinarias, se considera inferior a la merluza. De hecho, tienen una disposición muy parecida, pero el abadejo goza de menor firmeza. También resulta más desaborida si se le compara con la carne del bacalao. Un punto negativo que vale destacar es su carácter perecedero. Debido a que este pescado suele conservarse mal en relación con otros.
Beneficios del consumo de abadejo
Para una dieta baja en grasas resultará idóneo contar con este pescado. De igual manera, goza de un buen contenido de omega-3 que el cuerpo agradecerá. Por otra parte, ofrecerá minerales y proteínas muy valoradas biológicamente.
El abadejo es rico en yodo y fósforo. Así como, en cantidades más reducidas, de potasio y magnesio. En contrapartida, es una especie de escaso contenido vitamínico, aunque proveerá vitaminas B1, B3, B6 así como B12. A ellas se une el ácido fólico.
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