Los áfidos (Aphidoidea), también llamados pulgones, son insectos fitopatógenos pertenecientes al suborden Sternorrhyncha. Se estima que existen unas 10 familias compuestas por cuatro mil especies, de las cuales 250 son plagas que se desarrollan en cultivos forestales, jardinería y zonas agrícolas.
Su tamaño oscila entre uno y diez milímetros. Uno de sus rasgos anatómicos más importantes, es un estilete que posee en la boca, con el que son capaces de atravesar la “piel” de las plantas para succionar al floema (tejido vegetal compuesto de vasos y conductos), y obtener la savia que les sirve de sustento.
Es este estilo de alimentación lo que le da a los áfidos ese carácter de fitopatógenos, que provoca un retraso en su crecimiento y, de cierta manera, influye en su condición de parásitos.
Su color varía entre naranja, verde, amarillo y negro, y usualmente habitan en áreas cálidas y de poca humedad.
Características de los Áfidos
Los áfidos son una de las plagas más comunes. Pernoctan en colonias y se sabe de su penetración en una planta porque la misma presenta signos evidentes como decaimiento, deformaciones, abolladuras en hojas y flores, crecimiento de melaza y proliferación de hormigas.
Otra de sus características, es que pueden transportar virus, por lo que detienen el crecimiento de las matas y sus frutos, lo que hace incluso que lleguen a secarse.
Existen especies monoecias, las cuales se hospedan en solo una planta, y las heteroecias, que andan en varias, dependiendo de la estación del año. Por lo general pasan el invierno en un tipo de planta y en primavera cambian a una herbácea.
Por su reproducción, los áfidos también se dividen en dos tipos, los pulgones vivíparos y los ovíparos, los cuales se mantienen en colonias por cortos periodos de tiempo.
Curiosidades sobre la reproducción de los Áfidos
La gran mayoría de los áfidos son extraordinariamente prolíficos. Las hembras pueden tener entre 50 y 100 crías. Desde su nacimiento hasta la adultez transcurren aproximadamente ocho días y luego pueden reproducirse a sí mismo, logrando tener unos 150 hijos al mes, pero lógicamente no todos sobreviven. Un aspecto curioso, es que no hace falta un macho para que los áfidos puedan multiplicarse, incluso pueden producirse asexualmente. Los áfidos de las madres que no ponen huevos, son idénticos a ellas, pero de menor tamaño.
Cuidados contra los áfidos
Para evitar que los áfidos se presenten en los cultivos, es imprescindible mantener una estricta vigilancia para identificar a los parásitos en las primeras fases. Solo así se podrán eliminar con mayor facilidad.
Al momento de revisar los sembradíos, se debe prestar atención al envés de las hojas, especialmente a las nuevas y los brotes tiernos, ya que estas zonas son las preferidas por los áfidos.
Igualmente, es fundamental examinar con detenimiento cambios inusuales como enrollamiento, apariencia pegajosa, presencia de manchas verdes o amarillentas, y grandes criaderos de hormigas.
Plantas como lavanda, capuchina, madreselva y la ortiga son eficaces para mantener alejados los parásitos como los áfidos, por lo que convendría mantenerlas cerca de las plantaciones.
Repelentes caseros
Una buena opción para erradicar los áfidos en las plantas es pulverizarlas con agua jabonosa, Lo ideal es emplear una cucharada de jabón neutro, diluido en un litro de agua.
Otra alternativa es hervir dos tazas de agua con la cáscara de una naranja, dejar reposar la mezcla durante todo un día, colar, añadir un poco de jabón blanco y rociar a la planta infectada.
La cebolla también puede ser una gran aliada. Conviene emplear dos unidades grandes por cada litro de agua, hervir durante diez minutos, enfriar, colar y aplicar la infusión con un rociador.
El ajo es otro magnífico producto que puede usarse como repelente de estos insectos. Para aprovecharlo se deben colocar en la tierra varios dientes, cortados en mitades o enteros. Esto alejará las plagas. Quien prefiera puede hervir ocho dientes de ajo en un litro de agua durante 20 minutos, dejar reposar por 24 horas y regar las matas con ello.
La ya mencionada ortiga es muy útil. Hay que macerar 100 gramos de hojas en agua por quince días, colar y usar sobre las plantas en las que hayan áfidos. Esto no solo mantiene alejados los parásitos, sino también fortalece las plantas y aumenta su resistencia ante otras plagas y animales.
Las hojas de tomatera hervidas son otro remedio contra los pulgones, al igual que el ajenjo. De este último se deben utilizar 300 gramos por cada litro de agua, durante una semana, luego estará listo para pulverizarlo
La cola de caballo es otro potente recurso para fortalecer la resistencia de la planta. Lo recomendado es aplicarla durante la primavera o después de haber superado un cuadro de plagas e insectos, para promover y acelerar la recuperación de la planta.
La prevención es la mejor arma para proteger las plantas, por lo que mantener una rutina de cuidados y vigilancia constante es fundamental para que los áfidos no ataquen los cultivos.
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