La alondra o alondra común (Alauda arvensis), como también se le conoce, es un pájaro pequeño que se identifica por su particular canto y su plumaje de tonalidades oscuras, que resulta muy atractivo a la vista. Integra a la familia de los aláudidos, perteneciente al orden de los paseriformes, donde se agrupa a otras aves cantarinas como las calandrias y las cogujadas.
No suele ser muy activa. Tampoco vuela muy alto, y su comportamiento es casi sedentario. Le gusta caminar por el suelo y armar allí los nidos donde pondrá sus huevos. Cuando llega el verano, la alondra prefiere estar en reposo y no emprender vuelo. Migra en invierno y regresa en otoño.
Aprecia la libertad y-a la hora de planear-se dirige hacia los campos abiertos para que nada la limite, y sólo ella pueda «marcar» sus distancias de recorrido. Estando en el aire mueve enérgicamente sus alas. A veces, se le ve volar en círculo, aunque no suele exceder los 100 metros de altura.
Principales características de la alondra
La alondra es de pequeño a mediano tamaño. Su cuerpo es alargado, pero no sobrepasa los 18-20 centímetros, y apenas llega a pesar 55 gramos. El macho es ligeramente más grande que la hembra.
Su plumaje llama la atención, por la diversidad de tonos que puede mezclar. Aunque el marrón predomina, muestra plumas blancas y negras, que varían de intensidad. Tanto las de la cola, como las de sus amplias alas, son más claras.
Tiene varias pezuñas en sus patas, pero hay una que sobresale por su forma recta. Su pico marrón es fuerte y erguido, y alberga una pequeña cresta en la parte superior de la cabeza, que se nota sólo cuando la levantan.
Los conocedores de aves la identifican por su canto agudo, continuo y rápido, que puede repetir por unos 30 minutos seguidos. Algunos lo comparan con el sonido que se percibe al frotar los dientes de un peine de cabello, con la yema de los dedos.
Por lo general, la alondra canta cuando alza el vuelo, lo que hace que muchas personas levanten su vista al cielo en un intento por apreciarla en pleno aleteo. El macho canta todo el año, pero lo hace con más ímpetu en primavera, para defender el área de levante de sus nidos, y para conquistar a la hembra con la que pasará toda su vida, ya que es considerada un ave monógama.
Origen y hábitat
Se dice que la alondra proviene del norte de Europa, específicamente de Finlandia, donde pudieran habitar entre 300 y 400 mil parejas de estas aves actualmente. También están muy presentes en Rusia y algunas naciones de América del Norte.
La alondra se desenvuelve en campos áridos y semiáridos, donde hayan cultivos con alimentos a su disposición. También merodea campos abiertos, llanos y bosques, para volar sin ataduras.
En España, al nordeste de la provincia de Granada, destaca el Parque Sierra de Baza, un espacio natural donde moran miles de pájaros de esta especie.
Alimentación de la alondra
Durante el verano la alondra se alimenta de insectos (larvas, gusanos, orugas), en el otoño e invierno prefiere las semillas, las hojas (como las de trébol) y los vegetales, y en primavera se inclina por los cereales. Acostumbra a utilizar sus pezuñas para hurgar en busca de su comida, y con el pico abre las semillas que va a consumir.
Reproducción de la alondra
Cuando comienza la época de reproducción, entre los meses de marzo y agosto, la alondra macho emite su canto particular para marcar territorio y llamar la atención de la hembra. Delante de ella hace un cortejo con paradas nupciales, es decir con elevaciones de hasta 90 metros de altura, con un vuelo en espiral que acompaña de sonidos. Vuela unos minutos y luego desciende, manteniendo su canto. En ocasiones pelea con algunos contrincantes, por una pareja.
Los nidos los construyen en la tierra, entre las hierbas o las raíces, donde la vegetación está casi en el suelo. Para hacerlo se vale de ramas finas u hojas que deshilacha, para crear una especie de cuenco que-posteriormente-forra con plumas. Casi siempre esta labora la hace la madre, y se cree que pueden organizar de una a tres nidadas.
Lo habitual es que la alondra ponga de tres a seis huevos en el nido, que muestran un tono entre amarillo, gris y verdoso, con manchas visibles. Una vez expulsados, la mamá los incuba durante 11 días, hasta que revientan las cáscaras.
Cuando nacen los pichones, papá y mamá los alimentan. A los 10 días salen del nido y pasados otros 10-15 días, aprenden a volar.
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