En las Islas Célebes, ubicadas en la región central de Indonesia, es posible observar una especie de cerdo de características muy particulares. Se trata del babirusa, un mamífero artiodáctilo de la familia Suidae y cuya denominación científica es Babyrousa babyrussa. Su nombre deriva del idioma malayo y significa “cerdo ciervo”. Es una especie a la que se considera vulnerable y en peligro de extinción. A pesar de esto y que los musulmanes – religión predominante de la zona – no lo consumen, la carne de babirusa se sirve como plato exclusivo en importantes restaurantes de Indonesia.
Característica del babirusa
Emparentado familiarmente con los cerdos y los jabalíes, el babirusa es un animal que podríamos calificar como pequeño. Su altura, medida hasta los hombros alcanza los 80 centímetros, mientras que la longitud de cuerpo, escasamente llega a media un metro.
El pelaje de este animal es escaso y se distribuye de manera irregular sobre una piel gruesa y arrugada, característica que se hace más visible en el cuello y en la cara.
A diferencia de otras especies de cerdos salvajes, el babirusa posee un morro proporcionalmente más largo, y sus 4 patas son, longitudinalmente proporcionales.
Pero la característica más destacada del babirusa es la destacada presencia de sus caninos superiores en el caso de los machos. Estos caninos emergen de forma vertical de su proceso alveolar y penetrando a través de la piel, luego comienzan a curvarse hacia atrás, cayendo sobre la cara y la frente del animal. Los caninos inferiores también son destacados, crecen hacia arriba pero no en la magnitud de los superiores.
Estos caninos superiores dan la impresión de ser un par de cuernos del animal y es por ello que se lo conoce en su hábitat como cerdo ciervo. En las hembras estos caninos son casi inexistentes, lo que da prueba de un profundo dimorfismo sexual.
Existen diversas subespecies de babirusa, que se distribuyen en otras islas que conforman Indonesia, pero todas guardan características más o menos similares.
Aspectos biológicos y ecológicos del babirusa
Existen diversas teorías respecto a la distribución de estos animales en las diferentes islas que componen esos archipiélagos. Algunos sostienen que el babirusa llegó a desarrollarse como consecuencia de la introducción por parte de seres humanos que los recibían como regalo de la realeza de las tribus de otras islas.
Otras teorías sostienen que cruzaron hasta los archipiélagos de forma accidental hace muchos años, convirtiéndose en especies en transición entre la fauna del sudeste asiático y la de Australia.
El hábitat preferido del babirusa es la selva tropical, a lo largo de los ríos que la atraviesan. Estos animales gustan de pasar largas horas sumergidos en el agua o en el fango. El babirusa es un animal omnívoro por lo que su dieta está compuesta de frutos, raíces, hojas y animales muertos. A pesar de la ferocidad que le otorgan sus enormes caninos, estos animales no cazan para sobrevivir.
Los babirusas carecen de hueso rostral en su nariz, por lo tanto, no cavan en busca de alimento, salvo que se trate del barro. Poseen un tracto intestinal muy similar al del cerdo doméstico.
Comportamiento social y reproductivo del Babirusa
El babirusa tiene un comportamiento social bastante particular. Mientras las hembras con sus crías y ejemplares jóvenes conforman grupos que pueden llegar a estar integrados por 84 animales, los machos adultos eligen una vida solitaria, sólo se acercan a los grupos de hembras en épocas de apareamiento.
Los caninos desarrollados de los machos sirven para los enfrentamientos por el derecho al apareamiento.
El ciclo de la hembra de babirusa puede ser de 28 a 42 días y su celo se extiende por 2 o 3 días. El apareamiento es similar a cualquier especie de cerdo. Una hembra puede llegar a tener entre 2 y 3 crías.
El babirusa y los seres humanos
La presencia de estos animales en Indonesia ha motivado una relación muy particular con los seres humanos. Su extraño aspecto ha dado como resultado que, en algunas islas, el babirusa sea representado a través de máscaras rituales demoníacas.
Algunas tribus tenían por costumbre obsequiar estos animales a los visitantes como señal de respeto y de aprecio.
En la isla de Sulawesi, en Indonesia, se han encontrado pinturas rupestres que representan babirusas y, según los estudios realizados, datan de hace 35.000 años, correspondiendo a la era de hielo del Pleistoceno.
Situación de conservación
En todo el territorio de Indonesia, el babirusa es un animal protegido y la caza o captura de los mismos está prohibido. Sin embargo, la caza furtiva continua, sobre todo para proveer a restaurantes de alta categoría que sirven platos basados en estos animales, considerados exclusivos.
No obstante, el principal daño lo constituye la desaparición paulatina del hábitat. La tala de las selvas tropicales y la extensión de las zonas urbanas han reducido notablemente las áreas de desarrollo de estos animales, colocándolos en situación de alta vulnerabilidad.
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