En las aguas del Atlántico y el Mediterráneo, vive un pez que posee unas líneas negras en su lomo, muy semejantes a las franjas de los tigres. Sus escamas son entre azul y verde, por lo que se trata de un animal bastante llamativo a la vista. La comunidad científica lo bautizó como Scomber scombrus, pero la población general lo llama simplemente caballa.
Este escómbrido (familia de peces perciformes, es decir, con radios espinosos en las aletas), se halla en incontables mercados desde antaño. Su carne tiene una amplia aceptación en el mundo culinario y, en consecuencia, es blanco de una potente pesca.
Características de la Caballa
La caballa posee una estructura ósea esbelta y alargada. Tiene un par de aletas en el dorso que se observan alejadas entre sí, otras diminutas a nivel pectoral y una cercana al ano, acompañada de siete aletas menores.
Una caballa promedio puede medir alrededor de 30 centímetros de largo. Sin embargo, se permite la pesca de ejemplares que sobrepasen los 18 cm. Se tornan excepcionales las oportunidades en que el pez supera el tamaño estándar, alcanzando el metro de longitud.
En cuanto a su peso, suele oscilar entre los 250 y 300 gramos. No obstante, se han registrado pescas de caballas de 3 o 4 kilogramos.
La superficie de su piel es rayada, pero su vientre es color plata y libre de manchas. También plateados son sus laterales. Su aleta trasera tiene apariencia de guadaña.
Hábitat y alimentación de la Caballa
La caballa recorre las aguas de las Islas Británicas, hasta la zona norte africana. Asimismo, navega por las costas estadounidenses y canadienses, sin obviar al Mar Mediterráneo y al Mar Negro.
Entre sus «bocadillos» favoritos se cuentan las sardinas, cangrejos, mariscos, anchoas, huevecillos de otros peces y plancton. También puede comer peces de menor tamaño. Por ende, su alimentación resulta 100% carnívora.
Comportamiento y reproducción de la caballa
Un dato curioso radica en que, en la época invernal, la caballa se abstiene de comer. Vuelve a la caza cuando inician las fechas primaverales. Cuando advierte el descenso de la temperatura, se mantiene a una profundidad de 170 metros.
Recibe la clasificación de especie migratoria. Las que habitan en el Atlántico, se reproducen entre mayo y julio. En cambio, las oriundas de aguas mediterráneas, lo hacen de marzo a abril.
En mar abierto, la caballa hembra es capaz de poner 200 mil a 450 mil huevecillos. Los pequeños romperán sus respectivos cascarones antes de que transcurran 7 días de la puesta. La caballa joven tendrá que esperar hasta las fechas otoñales para adentrarse en las profundidades.
Al aproximarse el cambio de estación, y después de aparearse, se aglomeran hasta formar cardúmenes para acercarse a la superficie. Finalmente, se separan en bancos más reducidos para perseguir su comida.
Durante la caza, la caballa deberá protegerse de sus depredadores naturales. Entre ellos destacan el delfín, tiburón y león marino. No obstante, también pueden ser blanco del apetito de la foca, ballena asesina o algún ave marina.
Beneficios de su carne para la salud
A la par del atún, la caballa se encuentra entre los peces denominados azules. Tiene una alta concentración de grasa. De hecho, por cada cien gramos una décima parte es grasosa. Sin embargo, buena parta de ese porcentaje corresponde a omega 3.
Su consumo disminuye la presencia de los triglicéridos y el colesterol en el torrente sanguíneo. A la larga, la ingesta de caballa previene la formación de los riesgosos coágulos sanguíneos. De igual manera, protege contra afecciones coronarias por su aporte de minerales, proteínas y vitaminas.
¿Qué vitaminas aporta al organismo?
Posee vitamina A, vitamina D, así como vitamina E, sin descartar complejo B, aunque su cantidad sea inferior. Las tres iniciales facilitan la fijación de calcio en el esqueleto.
El consumo de vitamina A mantiene sana la epidermis y las mucosas. Además, favorece los ojos, el sistema nervioso y forma un “escudo” de cara a posibles contagios. Ayuda al desarrollo de las enzimas hepáticas.
En cambio, la vitamina E tiene un poderoso efecto antioxidante, previniendo cardiopatías o malestares degenerativos, inclusive algunos tipos de carcinomas.
Los minerales que posee su carne
Comer caballa brinda potasio al organismo. Este mineral beneficia a los músculos, previene calambres, mantiene hidratadas a las células y colabora con el sistema nervioso.
Por su parte, su contenido en fosfatos es fundamental para la formación de la dentadura y huesos sanos. Igualmente, para mantener la energía durante la rutina diaria.
El magnesio corrige problemas de estreñimiento, mientras que el yodo regula el metabolismo, la función tiroidea y beneficia al feto durante la dulce espera.
Cabe destacar que el hierro contenido en su carne es idóneo para prevenir algunas clases de anemia. Por ello, también es aconsejable para la dieta de las mujeres embarazadas.
En contraste, posee una cierta proporción de ácido úrico, por lo que su ingesta se desaconseja en personas con historial de gota. Aunque puede prepararse de una diversidad de formas, suele comprarse enlatado, siendo el protagonista de platillos como fideos o escabeche.
Entre febrero y mayo los pescadores suelen hacerse con él. Así que serán los meses ideales para encontrarlo en el mercado, mucho más fresco.
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