El castor es uno de los ejemplares más trabajadores del reino. Bautizado por muchos como el “arquitecto de la naturaleza”, este animal de hábitos nocturnos es extremadamente laborioso. Su principal destreza es la construcción de represas y diques con los que benefician al ecosistema. Con sus “obras”, es capaz de modificar la vegetación y el paisaje.
Este mamífero semi-acuático proviene de la familia Castoridae, nativa de América del Norte y Euroasia. Es el único de ese grupo que no se ha extinguido en su totalidad. Se le reconoce como uno de los roedores más grandes e inteligentes del mundo.
Tipos y particularidades del Castor
Se contabilizan tres tipos de castores: Castor americano (Castor canadensis), Castor europeo (Castor fiber) y Castor kellog (Castor californicus). De este último no hay población existente, ya que desaparecieron desde la era del Pleistoceno (división de la escala temporal, que representa la época geológica que comenzó hace 2,59 millones de años y finalizó aproximadamente en el 10000 a. C.).
Aunque las especies que quedan tienen morfológicas similares al Castor Kellog, como sus amplias y escamosas colas, son genéticamente diferentes porque tienen distinta cantidad de cromosomas. Del castor americano se han descubierto 25 subespecies y del europeo al menos ocho.
Los castores no solo han tenido una fuerte intervención en su mundo, sino también en el de los humanos, puesto que han impulsado la colonización europea y americana, por la importancia comercial que el hombre le ha dado a sus pieles.
En culturas como la canadiense es tan apreciado, que fue nombrado el animal nacional de ese país.
Hábitat según su especie
Los castores europeos (Castor fiber) son más pequeños que sus parientes los americanos y tienden a habitar las regiones más heladas de Eurasia, entre ellas Rusia y Finlandia. Son blancos de la caza furtiva, por lo que su especie se ha visto comprometida. En España y el Reino Unido ya se extinguieron, aunque el hombre lucha por reproducirlo y restablecer sus comunidades.
Los castores americanos (Castor canadensis) siempre han preferido las zonas frías y boscosas del hemisferio norte, especialmente de Estados Unidos y Canadá. Se han visto grupos de estas especies en México, y el hombre ha tratado de introducirla en otros lugares como la llamada Tierra de Fuego (archipiélagos situados en el extremo meridional de América del Sur entre los océanos Atlántico, Pacífico y Antártico) y la Península Escandinava.
Esta variedad se diferencia de la europea por tener una población mayor, de 10 a 15 millones de ejemplares, pero también es codiciada por el valor de su piel y su carne.
El Castor kellog (Castor californicus), también conocido como Castor Accessor, está extinto. Habitó en el Mioceno (la cuarta época geológica de la era Cenozoica y la primera época del periodo Neógeno. Comenzó hace 23,03 millones de años y terminó hace 5,332 millones de años A.C). También se halló en el Pleistoceno (hoy oeste de América del Norte). Se sabe que se parecía al castor americano, pero con mayores dimensiones. Sus fósiles han sido descubiertos en California (EE.UU) y México.
Características del Castor
Los castores mantienen la notoriedad de ser los “roedores más grandes de Norteamérica”, con patas robustas, siendo las traseras más grandes que las delanteras.
Llegan a medir un metro de largo, y pesar entre 18 y 27 kilos. Se caracterizan por poseer un pelaje muy grueso e impermeable, generalmente de una tonalidad marrón, que los resguarda de las heladas.
Son capaces de resistir 15 minutos bajo el agua y pueden desplazarse en ella a una velocidad de ocho kilómetros por hora. Además, tienen válvulas en la nariz y en los oídos, que se les cierran cuando están sumergidos.
En su cuerpo resalta la enorme cola. Parece una paleta gigante, y le ayuda a mantener el equilibrio y a desplazarse al nadar. Es ovalada y de textura escamosa. Con ella construyen los diques y madrigueras donde habitan.
Su cara es ovalada, y sus ojos y nariz pequeños. Su sentido de la vista no es muy desarrollado, pero tienen un excelente tacto y olfato.
Destacan sus grandes y poderosos dientes, especialmente los cuatro incisivos frontales, que están recubiertos de un esmalte anaranjado que los protege de rompimientos. Con ellos pueden cortar y masticar madera, lo cual contribuye a su continuo desgaste, pero afortunadamente no dejan de crecer a lo largo de su vida.
Hábitos de los castores
Para nadie es un secreto que la construcción de madrigueras y represas es una de las destrezas que le ha dado fama a los castores.
Estos animales consideran el territorio de su hábitat como un aspecto esencial para su desarrollo, por lo que dedican buena parte de su tiempo a edificar presas, valiéndose de diferentes materiales como madera, escombros, barro y sustancias secretadas por la orina.
El territorio que elija la manada, es demarcado con un olor fétido que expulsan a través de sus glándulas almizcleras, y que proviene de una sustancia que mezclan con lodo para marcar los árboles.
Su instinto protector los lleva a expulsar a cualquier intruso que se acerque a sus guaridas, que son cavadas en medio del cauce de los ríos.
En la temporada de invierno se refugian en sus escondrijos y los llenan de alimentos para esperar la llegada de la primavera.
Alimentación y comportamiento del Castor
Los castores son monógamos. Viven en familias conformadas generalmente por 10 miembros, que vendrían a ser la pareja y los hijos. Los padres se toman muy en serio su papel de protectores, mientas que los pequeños se mantienen jugando cerca del hogar.
Son animales herbívoros. Su dieta está compuesta por ramas, follajes, cortezas de árboles, plantas acuáticas como lirios, y frutas como la manzana.
Tienen una esperanza de vida relativamente alta. En su hábitat salvaje perduran 12 años, y en cautiverio pueden llegar a los 20, con los correctos cuidados.
Sus enemigos y depredadores en el mundo animal son los lobos, osos y linces, pero el mayor riesgo lo corren con los humanos, quienes los buscan para obtener el pelaje, muy utilizado en la fabricación de artículos de vestir. Años atrás lo codiciaban por la secreción folicular de los genitales, un elemento de la medicina tradicional.
Modo de reproducción
Los castores alcanzan su madurez sexual a los tres años. Apenas culmina la época invernal y se derrite el hielo, éstos se preparan para aparearse, ya sea dentro o a orillas del río, muy cerca de sus madrigueras.
El período de copulación puede iniciar entre febrero y marzo, o noviembre y diciembre, todo depende de la especie y del territorio en el que habiten.
Los castores se reproducen una vez al año. La hembra pare de dos a cuatro crías, que nacen con pelaje y con los ojos abiertos. La madre los desteta un par de meses después y, al hacerlo, los alimenta con hojas tiernas.
Al cumplir los dos años de edad, los castores aún residen en la madriguera de sus progenitores, por lo que deben ayudar a alimentar y a cuidar a sus hermanos.
Aunque los castores son monógamos, tienen el derecho de buscar a otro compañero de vida cuando muere su pareja.
Su monogamia se debe a que acostumbran a criar juntos a sus hijos. Esta ha sido una de las claves del éxito de su reproducción.
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