Si recorremos las selvas y bosques tropicales de América Central, es posible que nos crucemos en el camino del perezoso, un animal que nos llamará poderosamente la atención por la lentitud de su desplazamiento. Es un mamífero cuya apariencia puede llegar a confundirse con la de un primate, pero no guarda ningún tipo de parentesco con ellos, sí son parientes lejanos del oso hormiguero y del armadillo. A pesar que cuenta con largas extremidades, se mueve con mucha dificultad por el suelo, prefiere la protección que le otorgan las alturas de los árboles, donde pasa la mayor parte de su vida.
Conociendo al perezoso, sus características
Existen 2 grandes variedades de perezosos, la conocida como perezoso de tres dedos y el perezoso de dos dedos, siendo la primera la más común de todas. Bradypus variegatus es el nombre científico de estos mamíferos.
Estos animales tienen una altura que puede variar entre los 40 y los 75 cm. Cabeza redonda, nariz achatada y las orejas imperceptibles son algunas de las características de estos animalitos. Las extremidades son largas y terminan en dedos que se encuentran unidos y con potentes garras. La cola del perezoso es corta.
Su piel es gruesa y está cubierta de largos pelos cuyos colores van del gris al café. Debajo de éstos presenta otro tipo de pelo corto y suave que sólo puede verse removiendo a la capa de pelos largos. Al observar a un perezoso podremos ver que en su cuerpo presenta manchas color verde, esto es debido a algas que crecen en su pelaje.
La lentitud de sus movimientos y el color de sus pelos hacen que pase completamente desapercibido para sus ocasionales depredadores.
Pasa la mayor parte del tiempo trepado a los árboles, donde obtiene su alimento. La dieta del perezoso es, básicamente, la de un animal herbívoro, se alimenta de tallos y brotes jóvenes, hojas tiernas, aunque se ha podido comprobar que en algunas oportunidades puede alimentarse de pequeños reptiles y aves.
El comportamiento del perezoso
El macho de esta especie es un animal de hábitos solitarios, mientras que en el caso de las hembras es común verlas moverse en grupo. El perezoso pasa la mayor parte del tiempo en la copa de los árboles, los cuales elige de manera tal que tengan que “bajar a tierra” lo menos posible. El extraño comportamiento de estos animales les brinda una total seguridad frente a sus depredadores.
Es de carácter simpático y afable. Su comportamiento lo lleva a evitar en todo momento la confrontación por la supervivencia y, a decir verdad, su manera de actuar le ha dado excelentes resultados. Sin embargo, no hay que confundir la manera de comportarse con debilidad pues es propietario de una gran fuerza en sus extremidades delanteras que, asociada a sus poderosas garras, pueden producir graves daños si se ve en la obligación de defenderse. A pesar que es muy raro que lo haga, el perezoso es un eximio nadador.
Estos animales pasan la mayor parte del tiempo durmiendo, sólo dedican 5 horas de día a comer y moverse, aunque es muy difícil distinguir cuando un perezoso se mueve o duerme.
La reproducción del perezoso
El perezoso se aparea una vez al año. Cuando se inicia la época de apareamiento, la hembra emite unos estridentes gritos similares a un quejido, es la señal que está dispuesta a recibir a un macho. Luego de 11 meses y medio de gestación, la hembra dará a luz una sola cría, la cual permanecerá durante unos 25 días aferrada al pelaje de la madre, luego de ese período comenzará la separación de su progenitora y a los 8 meses de vida la cría podrá valerse por sí misma.
Los perezosos alcanzan la madurez sexual a los 3 años y medio en el caso de las hembras y a los 5 años los machos.
Una curiosidad con beneficios ecológicos
Una peculiaridad que llama la atención en el comportamiento de los perezosos es que cada 3 semanas estos animales bajan del árbol que habitan de manera casi permanente. Cuando lo hacen, cavan un pequeño hoyo al pie del árbol donde defecan y orinan. Luego de eso proceden a tapar el hoyo con hojas y tierra. Esta extraña actividad motivó la curiosidad de los científicos ya que el animal se exponía, de esta manera, a la acción de los depredadores, sin embargo, se pudo comprobar que con este comportamiento devolvía al árbol más de la mitad de los nutrientes que él mismo había consumido. Es decir que estamos ante un interesante proceso de sinergia entre el perezoso y su hábitat. Si el perezoso defecara y orinara directamente desde arriba del árbol, sus desechos se perderían por acción de las lluvias y los vientos, por lo que se ha concluido que su accionar presta un importante servicio ecológico en la preservación del ambiente.
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