En las sabanas, bosques y matorrales del sudeste de Australia, habita una de las especies de marsupiales más singulares del planeta: el wombat (Vombatus ursinus). A simple vista parece un oso, pero sus patas son más cortas, sus dimensiones más pequeñas y su cola se asemeja a una mota de algodón. Su pelaje es marrón, negro, gris o una combinación de ellos. Sus orejas son similares a las de un cerdo, su boca a la de un roedor y puede medir hasta un metro de largo.
Es robusto, musculoso y cartilaginoso. Pesa entre 20 y 40 kilos, pero a pesar de ello, es presa fácil para los demonios de Tasmania, las rapaces y algunos perros. Cuando se siente amenazado por los humanos o por estos animales, el wombat saca sus afiladas garras y potentes dientes delanteros; los mismos que utiliza para escarbar las madrigueras en forma de túneles en los que habita y se resguarda.
Es feliz rodeado de tierra, especialmente la de climas templados, pues no tolera las altas temperaturas. Se alimenta de hierbas, juncos, raíces y vegetación dura. Suele ser de hábitos nocturnos, pero eventualmente el apetito lo obliga a salir de día para recolectar su comida. Camina dejando orificios por cualquier lugar que le imposibilite el paso y, en ocasiones, heces en forma de cubo.
Los curiosos hábitos del wombat
Muchos aspectos, además de sus características físicas, describen y distinguen al wombat. Uno de ellos es su modo de reproducción. Curiosamente, cuando el macho se percata del celo de una hembra, inicia un proceso de persecución que puede prolongarse por media hora. Ella corre y él la acosa hasta agotarla. Cuando se detiene, él le muerde el trasero, la toma con las patas, la voltea bruscamente, la monta y la coloca a su lado. Cuando ella intenta escapar nuevamente, él retoma el asecho y repite la acción en varias ocasiones hasta fecundarla. La gestación dura cerca de 21 días y generalmente paren en la primavera.
El wombat puede aparearse desde el año y medio de edad. Se reproduce cada dos años y tiene una sola cría. Durante los primeros seis meses, el hijo se ampara en la bolsa que dispone su madre en la parte trasera. Al cumplir 20, la abandona para asumir su supervivencia. Prefiere vivir en solitario, a excepción de la época de reproducción. Cuando se siente listo para mantenerse por sí solo, abre su propia guarida a unos 20 metros de profundidad. Es tan celoso de su espacio, que lo delimita con excremento.
De todas las variedades de marsupiales, el wombat es el más longevo. Su expectativa de vida es de 20 o 30 años en cautiverio. Fallece por ataques de otros animales, atropellado por automóviles y por hambre, ya que mantiene una constante lucha con los conejos salvajes y el ganado por los alimentos.
Otra de sus particularidades, es que tarda entre 3 y 8 horas en masticar, y unos 14 días en digerir lo que consume, debido a la lentitud de su metabolismo.
Más ágil de lo que parece
El wombat camina suave y pausado, lo que lleva a pensar que es un animal perezoso, pero no es así. Cuando está en riesgo, es capaz de correr a 40 kilómetros por hora, mantener ese ritmo por más de un minuto, y excavar huecos bien hondos para protegerse. Mete su cabeza y la parte superior del torso. La zona posterior la deja hacia afuera porque es la más dura y difícil de corroer por los depredadores. En otros casos se entierra completamente y presiona las paredes de la madriguera para evitar que lo atrapen. No suele ser peligroso, ni atacar sin razones, pero si se siente amenazado, puede provocar serias lesiones, especialmente a los humanos.
El Wombat, un animal En peligro de desaparecer
Dos de las principales colonias de wombat se encuentran en Queensland, específicamente en el Parque Nacional del bosque Epping y en el refugio natural de Richard Underwood. El origen de su nombre guarda relación con el antiguo idioma de los rancheros de la zona, el Dharug, proveniente de Sydney. Su ligero parecido con los tejones, llevó a los colones a llamarlos de esa manera, pero a partir de 1798 se les bautizó como wombat.
Desde el año 2012, se ha denunciado una situación irregular con la subsistencia del wombat. Algunas especies como el Lasiorhinus latifrons o wombat de hocico peludo, han muerto por falta de sustento. La tala y el pastoreo en su hábitat natural, están acabando con las plantas que le sirven de alimento. En sustitución de los sembradíos nativos de la región, se han cultivado otros que no le aportan los nutrientes necesarios para su desarrollo, por lo que diversas asociaciones proteccionistas, han venido alertando sobre la degradación del animal. Al parecer, cada vez se ven wombats más flacos, con deficiencia de pelaje y una severa desnutrición. Algunos incluso han llegado a morir por los efectos de una mata verrucaria denominada Heliotropium europaeum que afecta sus riñones y los envenena.
Cifras divulgadas a mediados de 2012 por el zoo del Estado, arrojaban la existencia de solo 100.000 wombats, un número bastante bajo tomando el cuenta la historia y ascendencia de estos animales.
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