Cuando se trata de genética, algunos términos producen confusión. Sin duda, “homocigoto” es uno de ellos. Hace referencia al producto de dos genes idénticos, cuyas copias reciben el nombre de alelos. Si ambos alelos poseen el mismo código, entonces se les considera homocigotos.
En este punto, conviene saber qué es un cigoto, vocablo que también puede ser escrito como: zigoto. Se trata de una célula, que se genera a través de la unión de un gameto femenino con uno masculino, lo cual ocurre durante la reproducción sexual de animales y plantas.
A William Bateson, biólogo y genetista inglés, fiel seguidor del trabajo de Mendel, se le atribuye la invención de las palabras: homocigoto, heterocigoto y alelomorfo, abreviado actualmente como “alelo”. Dedicó su vida al estudio de la variación y la herencia. Incluso, fue quien sugirió el término “genética” para llamar a la ciencia que estudia estos mecanismos.
Entendiendo al homocigoto
Los alelos que forman parte de un homocigoto representan una forma específica del gen, por lo cual pueden tener distintas figuras. Explicado de forma más sencilla: muestran las diferentes maneras en las que una característica puede manifestarse en el exterior. Los organismos diploides suelen tener una dupla de alelos para un mismo rasgo y estos son heredados por los padres durante la gestación.
Una vez consumada la fertilización, los alelos se juntan al azar a medida que se unen los cromosomas homólogos. Los alelos de un locus son similares a los alelos del cromosoma de homólogo. Asimismo, un locus se define como las secciones donde se reúnen diversos genes, por lo que se afirma que un alelo es la variante de una secuencia genética en un locus particular. Esto se conoce como genotipo.
Cuando se tiene un par de homocigotos no hay hipótesis adicionales, pues expresan la misma proteína y por consiguiente el mismo rasgo. Si no se halla radiación aleatoria, que haya transformado a uno de los alelos, su acompañante continuará produciendo la proteína requerida reduciendo el daño genético.
Dominante o recesivo
Serán los genes los encargados de ordenar a una célula la creación de proteínas y demás compuestos que el cuerpo requiera para ejecutar una función. Por ejemplo, todos poseemos en nuestro genotipo un locus cuya labor es enviar información a la célula para que coloree nuestros ojos de un tono u otro. Esto se conoce como fenotipo.
La diferenciación en el color de ojos implica que no todos los genes tienen la misma fuerza, mecanismo al que se le conoce como dominancia del alelo. Esto quiere decir que cada individuo posee una copia de las características de sus antepasados próximos, es decir, papá y mamá.
En este sentido, si la madre posee ojos marrones mientras que los del padre son azules, existen mayores probabilidades de que el bebé tenga los ojos marrones dado que este color es el dominante. Incluso, es posible que dos padres con ojos azules puedan tener un hijo con los ojos color café, aunque es muy poco común que ocurra.
Al hablar de homocigotos el tema se extiende incluso a la forma de escribirles. Por lo general, un alelo dominante se expresa en letras mayúsculas, mientras que el recesivo en letras minúsculas. Partiendo del ejemplo anteriormente citado, esto significa que si deseamos traducir el genotipo de la madre, diríamos “AA”, para el marrón y “aa”, para el fenotipo azul del padre.
Si el hijo recibirá un alelo de cada uno, el genotipo del mismo sería “Aa” y su fenotipo, al ser dominante el marrón sobre el azul, sería el marrón. Suponiendo que se dé el caso de que el individuo tenga alelos idénticos, como su madre o padre, decimos que es un homocigoto para este gen. Por el contrario, si posee un “Aa”, será un heterocigoto.
Situaciones especiales
Incluso en los homocigotos existen casos extraños en los que no hay predominancia de un gen específico, por lo cual quedan como alelos codominantes. La nomenclatura que los identifica es distinta y cada alelo se escribe con la inicial del fenotipo en mayúsculas. La tonalidad de las rosas es un ejemplo claro, cuando parecen moteadas o con un mosaico.
En este sentido, se puede afirmar que existe codominancia de los alelos, si el genotipo parental es rojo homocigoto “RR” y el otro homocigoto es blanco “BB”. El producto será un descendiente heterocigoto con partes rojas y partes blancas por igual “RS”.
La interacción de los alelos va mucho más allá, pudiendo incluso definir una dominancia intermedia, en la que cada par es igual de dominante, pero sin crear el fenotipo mosaico esperando. Aquí los colores se mezclan y forman un fenotipo intermedio, algo muy común en el ejemplo de antes, cuando dos rosas, una blanca “BB” y otra roja “RR”, se juntan dando como resultado una rosada.
Aunque las leyes mendelianas suelen utilizarse para explicar estos fenómenos, no siempre tienen una respuesta. La relación entre alelos es aún un misterio, pero este mecanismo en particular se conoce como interacción epistática o epistasia.
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