Existe una afección comúnmente conocida como “sida felino”. Alrededor del 10% de la población gatuna del planeta la padece. Los veterinarios la llaman Virus de Inmunodeficiencia Felina (VIF o FIV, por sus siglas en inglés), y es un lentivirus que aflige a muchos gatos domésticos a nivel mundial. La taxonomía lo separa de otros virus de incubación lenta que también afectan a estos animales. De allí que entra en una categoría distinta a la del espumavirus felino o la leucemia felina, por asociarse al Sida humano.
más de la patología
La inmunodeficiencia felina se descubrió en 1986, en una población felina con alta durabilidad de cuadros infecciosos y enfermedades degenerativas. Desde entonces se le clasificó como un padecimiento endémico.
Constituye la única condición de incubación lenta, análoga al sida. Arremete contra el sistema inmunológico y destruye a los linfocitos. Como resultado, el gato se vuelve propenso a contraer o desarrollar malestares que a pesar de ser leves, atacan sus defensas hasta llevarlo a la muerte. La ventaja, es que si se detecta precozmente, permite sobrellevar un tratamiento para alargar la esperanza de vida de la mascota.
Riesgos e incidencia mundial de la inmunodeficiencia felina
En territorio español se carece de información sobre cómo impacta a la comunidad felina. No obstante, se conoce que en Estados Unidos las cifras de gatos en apariencia sanos, pero infectados con el Virus de Inmunodeficiencia Felina oscilan entre el 1% y 3%.
De igual forma se sabe que el macho sin esterilizar que frecuente la calle, tiene mayor propensión a padecer la enfermedad, debido a las constantes peleas que emprende con otros para aparearse con la hembra en celo. Durante este proceso es común que sufran mordeduras de ejemplares que porten el virus.
Por ende, una medida de protección para impedir el contagio es mantener al felino dentro de casa. Así será improbable que lo contraiga, a menos que tuviese antes de ser acogido por la familia.
contagio del sida felino
El también llamado sida felino se transmite por dos vías: la sangre o saliva de un felino que lo padezca. A diferencia del VIH, no hay estudios que sostengan que pueda propagarse durante el coito.
Una gata gestante infectada puede “heredarle” a sus crías el lentivirus, tanto en su gestación como al amamantarlos. Los especialistas no han precisado si garrapatas o pulgas pueden actuar como vehículos transmisores del virus.
síntomas de la Inmunodeficiencia Felina
Al igual que ocurre en el ser humano, el felino puede ser asintomático. De tal forma que llevaría mucho tiempo detectar que padece la patología. Sólo la propensión del gato a enfermarse constantemente podría sugerir que enfrenta la inmunodeficiencia felina. Cuenta también el retraso de su sanación y las frecuentes recaídas por malestares menores.
Los signos principales de la afección pueden notarse varios meses después del contagio. Algunos son:
- Episodios febriles
- Inapetencia
- Pelaje opaco
- Disentería
- Conjuntivitis
- Pérdida continua de peso
- Degeneración mental
- Infertilidad
- Inflamación de las encías
- Hinchazón estomacal
Diagnóstico de la Inmunodeficiencia Felina
El especialista verificará la presencia de los diversos indicios. Asimismo, comprobará los antecedentes clínicos y realizará diversos exámenes para corroborar la existencia de los anticuerpos relacionados con la inmunodeficiencia felina.
En algunos casos, la fiabilidad de la prueba no es total. Por ello, es probable que se deban repetir los estudios o hacer exámenes más complejos. De igual modo, el veterinario puede optar por aislar al animal.
Lo mejor es prevenir el contagio, puesto que todavía no existe vacuna. Sin embargo, realizar una revisión anual ayudará a mantenerlo sano y a efectuar un diagnostico oportuno.
Cuando el felino contrae el virus, será necesario redoblar esfuerzos para fortalecer su sistema inmunológico.
Tratamiento de la Inmunodeficiencia Felina
En el mercado se encuentra una variedad de tratamientos antimicrobianos para contrarrestar los cuadros infecciosos producidos por la inmunodeficiencia felina. Deben aplicarse con regularidad para prevenir la recaída del animal.
Malestares como la inflamación de encías o del estómago, pueden corregirse con la ayuda de fármacos antiinflamatorios. A su vez, se recomienda cumplir con el plan de vacunas.
Su nutrición deberá cambiar por una con mayor concentración de calorías. La comida enlatada o humedecida estimulará sus defensas. Sin embargo, estas medidas están enfocadas en brindarle una mayor esperanza de vida, más no en lograr su completa recuperación, porque ninguna incide de forma directa en la inmunodeficiencia felina.
Aunque su longevidad tras el contagio es difícil de estimar, la atención apropiada colaborará a que sus defensas frenen malestares menores.
Si hay mejorías notables en la salud del gato, no deben descuidarse detalles como la aparición de fiebre o variaciones de peso.
Datos relevantes
El gato que tenga Inmunodeficiencia felina puede convivir con sus similares. No obstante, al ser criaturas tan territoriales, son propensas a pelear y a morderse con frecuencia. Lo mejor es el aislamiento. En caso de que el animal fallezca, no representa un riesgo llevar otro a casa.
Para hacerlo de forma segura, debe desinfectarse o reemplazarse los juguetes del antiguo gato. También habrá que higienizar los felpudos del hogar. Por supuesto, no puede faltar la vacuna para el nuevo felino.
Por último, hay que indicar la imposibilidad de que alguna persona contraiga el padecimiento, ya que el virus no puede replicarse en las células humanas.
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