La gallina podría ser una de las aves con mayor presencia en el planeta. Se estima que hay unos 16 mil millones de estos animales repartidos en los diferentes continentes.
La gallina y el gallo, pertenecen a la subespecie doméstica del Gallus gallus, de la familia Phasianidae, que tiene su origen en el sudeste de Asia.
Puede criarse y posteriormente sacrificarse para su consumo, puede usarse para la producción de huevos e incluso mantenerse como mascota. En algunos países se entrena para competencias y pelas, y en otros se emplea para la elaboración de abono natural en forma de gallinaza.
El tiempo de vida de esta especie doméstica va de 10 a 15 años, pero depende de la raza y del tratamiento por parte de los humanos. Después de los peces, es el animal más explotado.
La gallina es omnívora, es decir, que puede alimentarse tanto de animales como de plantas, ningún rubro de forma exclusiva, ya que se le considera comedora generalista y oportunista.
No distinguen el sabor de los productos que ingiere. Sin embargo, a la mayoría les desagrada lo salado. Por lo general se nutren de gusanos, insectos, caracoles, granos y verduras. También suelen tragar piedrecitas que le ayudan a la digestión.
Características de la gallina
Es común que muchas personas no sepan diferenciar a la gallina del gallo, pero lo cierto es que puede distinguirse a simple vista, gracias a su dimorfismo sexual.
Los machos son más grandes que las hembras. Los primeros miden cerca de 50 centímetros de altura y pesan hasta 4 kilogramos. Las segundas, por su parte, no suelen llegar a los 40 cm, y su peso promedio es de 2 kg.
Los gallos tienen una cresta grande de color rojo en la cabeza, considerada un símbolo de dominancia. Las gallinas tienen una coloración menos llamativa, y los apéndices carnosos de la cabeza son menos prominentes.
Las gallinas tienen varios tipos de protuberancias carunculares en la cabeza: unos lóbulos que cuelgan de los dos lados del pico, así como una cresta en el píleo. El dorso está cubierto de una capa de plumas de color dorada, que se extiende desde el cuello hasta la espalda.
La cola está integrada por plumas grandes, arqueadas y oscuras, que brillan de color azul, verde o púrpura bajo la luz. En ambos lados de la cabeza tienen dos machas blancas, que la distinguen de otras especies similares.
Existe otra gran divergencia entre los gallos y las gallinas. Entre los meses de junio y octubre de cada año, los primeros adquieren un plumaje largo de color negro que se alarga hasta la mitad del dorso, mientras que el resto del cuerpo permanece recubierto de plumas anaranjadas. En las hembras no se distingue ningún cambio, pero sí mudan de plumas durante ese período.
Reproducción y comportamiento de la gallina
La gallina alcanza la madurez sexual a los seis meses de edad. Según la variedad, puede poner entre 100 y 300 huevos al año. Los huevos los incuban en un período de 21 días.
La reproducción comienza en primavera y continúa hasta el verano. A las ocho semanas se les ve plumaje de adulto y 15 días después son expulsadas del grupo para que formen uno propio.
Cada gallina tiene un puesto en una pirámide social y es capaz de aprender conductas y trucos basados en experiencias de otras.
Las gallinas siguen instrucciones de los miembros dominantes y se comunican entre ellas para advertirse sobre la presencia de depredadores.
Cuando están en período de gravidez, emiten sonidos a sus huevos. Sus ansías de protección para sus crías son tan grandes, que prefieren hacer nidos individuales para estar más seguras. Al igual que muchas madres, sacrifican sus necesidades propias por la de sus hijos.
Crianza de la gallina
A pesar de tener alas para volar, no es una práctica común en las gallinas, especialmente en las domésticas. Ellas están acostumbradas a vivir en semi-libertad. Pueden volar hacia sitios elevados para resguardarse y descansar durante la noche, pero por lo general se les ve caminar por la superficie.
El gallo rojo salvaje sí acostumbra a utilizar sus alas para resguardarse y huir de sus depredadores. No es extraño además observarlos dormir en la cima de los árboles.
Los gallos pueden llegar a ser muy celosos, territoriales y violentos, dependiendo de su raza. No obstante, la mayoría son muy fáciles de domesticar haciendo uso de la alimentación a mano.
Las gallinas establecen una jerarquía con apenas una semana de vida y, dependiendo de eso, se reparten la comida y hasta el lugar para dormir.
En el caso de los machos, hay uno que puede dominar al resto, mientras que hay otro sometido a sus similares.
Demuestran su poder de forma muy evidente. Elevan su cabeza y su cola en todo momento frente al resto, y el dominado hace todo lo contrario, moviendo su cabeza hacia un lado.
Las gallinas, en tanto, poseen una escala diferente, de hecho, no entran en la dominancia de los machos. Las hembras se sienten protegidas bajo el poder de los gallos, ya que, cuando no están cerca de ellos, pueden volverse agresivas si se sienten amenazadas.
Si alguna gallina está lastimada, las demás comienzan a picotearla reiteradamente, generándole daños graves. Se debe tener cuidado en estas situaciones para evitar la muerte por agresión.
Estos animales tienen la particularidad de que si fallece el gallo dominante, éste le hereda su poder al siguiente en el orden de escalafón.
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