Desde épocas remotas, el caballo ha sido uno de los animales más admirados y comerciales del mundo. La hembra de la especie, la yegua, es centro de atención y cuidados por parte de criadores que se dedican a la reproducción, para luego mercadear las crías que deriven de la fecundación. Las de buena raza derrochan elegancia con sus cuellos erguidos, su larga cabellera, su definida musculatura y un porte de “reinas” que le merecen premios en importantes competencias internacionales.
La alimentación del equino es básicamente de hiervas, que le proveen los nutrientes que amerita para rendir en cualquiera de las actividades en las que sea inmerso: concursos, torneos, agricultura, equinoterapia, paseos, carreras, exposiciones etc. De la unión entre el caballo y la yegua, se engendran los potros o potrancas que, en su adultez, llegan a ser muy utilizadas para la ganadería.
Orígenes y gestación
El origen de la palabra yegua se deriva del latín “equus” o “equa” que significa femenino. Estos especímenes pertenecen al grupo de perisodáctilos, que agrupa a otros animales parecidos como los asnos, burros y cebras.
La yegua tiene una gestación de 11 meses a un año, dependiendo de la raza y, por lo general, pare una sola cría. Está preparada para reproducirse entre los 15 y 24 meses, mientras que los caballos estarán listos entre los 14 y 18 meses. Antes de esta etapa reproductiva, pasa por diversas fases de desarrollo que contemplan la pubertad y el cortejo, y finalizan con el coito y el parto.
El celo de la yegua se extiende por cinco días, con una ovulación que va de 12 a 36 horas. Ya en gravidez, su anatomía empieza a variar, al igual que su comportamiento. Los cambios se hacen más notorios al alcanzar los 250 días de preñez, y se reflejan con un descendimiento de la vulva y una pesadez en el abdomen. Adicionalmente, la yegua se muestra retraída, con preferencia a la soledad y una conducta de evitación hacia la gente y los demás caballos.
Cuando haya cumplido el ciclo, su hijo “caerá” para posicionarse en la parte baja del vientre. El trasero se relajará y descenderá hasta acercarse a la cola. El alargamiento de la vulva es señal de que pronto parirá y las ubres se llenarán de leche. Con frecuencia pare sola, en la noche, sin problemas. Lo primero que sale son las dos patas delanteras, seguidas de la cabeza. Si se observa algo anormal, es importante llamar al especialista. Tras el parto, se pondrá arisca y celosa con su cría.
Señales del celo de la yegua
Una yegua presenta signos que confirman su disposición para el apareamiento. Hay que permanecer atentos porque en muchos casos necesitará ayuda en el proceso.
La vulva se inflama y secreta un flujo blancuzco o amarillento. Nada diferente a los síntomas de mamíferos como las perras. En esa situación, acepta sin inconvenientes al caballo, abriendo las patas para invitarlo a la cubrición. Además, permanece con las orejas atentas, huele constantemente al semental, levanta su cola en repetidas ocasiones, muestra la vulva y se porta amigable. Cuando tiene al caballo cerca, voltea los labios de la vagina para exponer el clítoris y adopta una posición de fácil montura, con la pelvis baja y los cuartos posteriores muy estirados. Si el macho está muy agresivo, ella se cohíbe de todas estas manifestaciones.
A través de feromonas que emana en su orina, logra atraer la atención del caballo, el cual hace un cortejo muy particular antes de montarla. La mira insistente, relincha y se pone enérgico. Levanta las orejas e inicia su acercamiento hasta que se monta y copula.
nutrición para el potro
Cuando la yegua pare, alimenta al potrillo a través del amamantamiento. Produce calostro y posteriormente leche, que el crío absorbe con la succión permanente. Es importante que el recién nacido se nutra de ella para que gane peso y se mantenga sano y protegido de infecciones que puedan ocasionarle la muerte repentina.
Si el potro no mama directo de la yegua, se deberá extraerle la leche y darle de comer con un biberón.
un animal muy cotizado
Hay muchos tipos de yeguas y caballos, entre ellos los ligeros o de silla, pesados o de tiro, ponis y razas pequeñas. Una especie de silla mide entre 142 y 163 centímetros y pesa entre 380 y 550 kilos. Es muy apreciada en los trabajos de campo, en las granjas y haciendas. Se pueden cabalgar, lo cual es altamente beneficioso porque se ha comprobado que el contacto con equinos contribuye a la sanación de enfermedades. Adicionalmente, se le debe proporcionar alimentos sólidos que complementen los niveles de potasio, cobre, zinc, hierro y magnesio, minerales esenciales para su crecimiento y formación.
Estos animales alcanzan precios exorbitantes, en especial cuando tienen el calificativo de pura sangre. Son increíbles los montos que llegan a pagar los criadores y hacendados para hacerse de una yegua fértil y un caballo óptimo, incluso invierten muchísimo dinero en procesos de fertilización que permitan extender la cría.
Lo ideal es que los equinos permanezcan en sitios abiertos donde abunden el pasto y las hierbas. Allí también pueden correr, caminar y relacionarse con sus pares. Los establos son lugares apropiados para dormir, descansar y brindarle los cuidados requeridos.
El veterinario es el especialista responsable de mantener a los caballos y yeguas sanas. Las revisiones deben de ser constantes a fin de evitar enfermedades a futuro.
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