Aunque a primera vista tiene ciertas similitudes con las serpientes, su gran cantidad de patas y otras características, indican que el milpiés no es un reptil, sino un tipo de miriápodo. Pese a su popular nombre, la cantidad de extremidades de este animal no supera las 750, aunque sí es el que más tiene.
Características del Milpiés
El cuerpo del milpiés está segmentado en dos regiones: la cabeza y el tronco. En la cabeza se encuentran un par de antenas cortas, los ojos y la boca, que en algunas especies ha evolucionado para excavar de manera más eficaz.
El tronco, por su parte, está constituido por un aproximado de 20 segmentos, de los cuales «nacen» dos pares de patas, a excepción del primero y el último, que no tienen. Asimismo, el segundo, tercer y cuarto segmento sólo poseen un par de patas cada uno.
En la actualidad se han identificado al menos 12 mil especies de milpiés, clasificadas en 16 órdenes y hasta 140 familias distintas. Estos individuos datan del periodo Silúrico (hace 443 millones de años), lo que los convierte en uno de los primeros animales terrestres conocidos.
Investigaciones científicas han señalado que los milpiés que pertenecieron a la prehistoria pudieron alcanzar los dos metros de longitud y hasta más. Las especies conocidas hoy en día no superan los 38 cm, que es el tamaño del Archispirostreptus Gigas.
Comportamiento y alimentación del milpiés
La mayoría de las especies de milpiés son detritívoras, es decir, se alimentan de materia orgánica en descomposición, como ciertas hojas. Otros ingieren hongos, toman fluidos vegetales y algunos pocos son depredadores. En el caso particular de estos últimos, se inclinan por pequeños insectos e invertebrados diminutos.
Estos animales, de lento andar, prefieren los lugares húmedos y les desagrada la luz. Esto implica que durante el día permanecen ocultos bajo las rocas o entre la corteza de los árboles. Uno de sus sitios predilectos, sin duda, son las cuevas, ya que cumplen sus requerimientos básicos.
Es posible encontrarlos tanto en zonas templadas como en las tropicales. No obstante, los milpiés también pueden vivir en zonas secas, como es el caso del género ommatoiulus. Incluso, ciertas variedades pertenecen al desierto, un aspecto que no les permite sobrevivir en viviendas humanas.
Dado que los milpiés no tienen la capacidad de gestionar sus reservas internas de agua correctamente, tienden a morir en el ambiente seco de una casa. Su tiempo estimado de supervivencia en estos ambientes es de apenas un día.
Reproducción del Milpiés
Es entre la primavera y el verano cuando se da el proceso reproductivo del milpiés, que es un animal ovíparo. Durante este proceso, el milpiés construye nidos para tal fin. Durante al menos un año, este pequeño diplópodo permanece como una larva.
Un factor diferencial de los milpiés con respecto a los ciempiés, es que los primeros sí pueden criarse en grupos, siempre que pertenezcan a la misma especie. Conforme van creciendo, los milpiés agregan un nuevo anillo a su estructura corporal, lo que significa que continúan estirándose hasta pasada su vida larvaria.
Un ejemplo común de este proceso son los gloméridos, que cuentan con ocho segmentos al nacer, y una vez alcanzada la adultez, éstos aumentan a 12.
En cuanto a la muda se refiere, este mecanismo también le confiere otro segmento a su cuerpo. Muy necesario para los miriápodos y otros artrópodos. Mientras se desarrolla la muda, los milpiés dejan de ingerir alimentos.
Medidas de protección
Si el milpiés se siente amenazado, es posible que realice su movimiento característico de enrollarse en sí mismo para protegerse. Algunos pueden hacerlo en forma de espiral o bola, según la especie, lo que podría confundir a quienes no los conocen bien, y los confunden con una cochinilla de humedad.
Por lo general, los milpiés resultan inofensivos para los humanos y animales domésticos, pues no cuentan con un sistema de inoculación de veneno. Sin embargo, si son molestados o se sienten incómodos, pueden secretar sustancias de olor nauseabundo y sabor desagradable.
Estas molestas sustancias salen a través de diversos poros, ubicados a lo largo del cuerpo del milpiés. Otros especímenes, como los polixénidos, están cubiertos de pequeños pelos, que se sueltan rápidamente, enredándose en las extremidades o boca de los depredadores que intenten comerlos.
Aunque ciertamente no representan un grave peligro, una picada de especies tropicales puede traer muchas consecuencias, especialmente si los ojos están comprometidos, pues pueden producir ceguera.
Ante una picada de milpiés en cualquier otro punto de su cuerpo, no pierda la calma. Los síntomas suelen desaparecer tras 24 horas. Es probable que usted mantenga una coloración pardusca en el sitio de la picadura por varios meses. Otros inconvenientes incluyen erupciones en la dermis.
Si la proliferación de milpiés no es controlada a tiempo, pueden convertirse en plagas de jardín. Son un verdadero dolor de cabeza, sobre todo, para quienes poseen invernaderos, ya que pueden causar graves daños a las plantas.
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