Cuando vemos una imagen de un okapi, nos da la sensación que se trata de una broma de la naturaleza y como en algunos juegos que divierten a los niños, podemos observar un animal que parece ser la combinación de varios, que habitualmente vemos en las sabanas africanas. El okapi es un mamífero artiodáctilo de la familia de los Giraffidae. Es el pariente vivo más cercano a la jirafa, pero también podemos ver en él, rasgos físicos de la cebra. Su hábitat es en las regiones selváticas del norte de la República Democrática del Congo. El estudio de estos animales se ha visto dificultado por su carácter huidizo.
¿Cómo es un okapi? Sus características
La forma del cuerpo y de la cabeza del okapi nos recuerda a una jirafa. Aunque sus patas y su cuello son bastante más cortos que los de su pariente. En la cabeza sobresalen dos orejas importantes que poseen un buen movimiento. Además, dos pequeños cuernos que se encuentran recubierto de pelos y que los científicos no han podido encontrar utilidad alguna. El tronco es robusto, con una ligera pendiente en la parte de atrás, similar a la jirafa. Está cubierto de un pelaje rojizo, salvo en las patas y las ancas donde es a rayas blancas y negras como si se tratara de una cebra.
El okapi es un mamífero herbívoro y cuenta con una lengua muy larga y prensil de color negro que la utiliza para tomar las hojas de los árboles y arbustos. Para que tengamos una dimensión del largo de su lengua, es posible ver al okapi limpiándose las orejas con ella.
Este animal que parece ser una mezcla de jirafa, caballo y cebra llega a medir 2,15 metros de longitud y su altura en cruz alcanza medidas superiores al metro. Su peso es de 250 kilogramos.
Breve historia del okapi
El mundo occidental no tomó conocimiento de la existencia de este animal hasta finales del siglo XIX, cuando Henry Stanley dejó retratado en sus memorias que se sintió sorprendido al ver que los nativos del Congo no se sintieron sorprendidos por los caballos que llevaba la expedición. Al intentar averiguar sobre este hecho, los nativos le informaron que en esas regiones había un animal de características similares.
Animado por los relatos de Stanley, otro inglés, Harry Johnston recorrió los mismos caminos que su antecesor y se encontró con un extraño ejemplar que no era un caballo ni tampoco una cebra. Al principio se lo clasificó como de la familia de los Equus y recibió el nombre de Equus Johnstoni, pero estudios posteriores establecieron su línea de parentesco con las jirafas y se lo denominó Okapia Johnstoni.
Un dato curioso de estos animales es que las numerosas expediciones que se llevaron a cabo para poder contar con estos ejemplares en zoológicos de las grandes ciudades, fueron un fracaso. La mayoría de ellos no logró dar con estos animales, que hasta se los creyó extintos. Recién en el año 2006, volvieron a ser avistado en la zona del Congo.
Comportamiento del okapi
El okapi es un animal de conductas solitarias y sus actividades son, generalmente, nocturnas. En algunas ocasiones pueden verse grupos reducidos de estos animales. En cuanto a su reproducción la hembra pare una sola cría, a finales del verano o principios del otoño, luego de un período de gestación de 15 meses.
Las crías de okapis no diferencias a la hembra que los alimenta, por lo cual cuando la madre de alguna cría muere, ésta es fácilmente adoptada por otra hembra okapi, una característica poco común entre los animales. El okapi tiene en el leopardo a su único depredador, además del ser humano, y se enfrenta con este hasta la muerte si se trata de defender a la cría.
Las hembras alcanzan la madurez sexual a partir de los dos años y los machos unos años después. El okapi cuenta con sus sentidos del olfato y oído muy desarrollados. Son animales que prácticamente no utilizan su sistema vocal – dando la sensación de ser mudos – salvo las crías cuando llaman a sus madres o durante el cortejo previo al apareamiento.
Estado de conservación
Si bien oficialmente, el okapi no se encuentra catalogado como especie en peligro de extinción, su población, estimada en uno 20 mil ejemplares, se encuentra seriamente amenazada. Los factores que ponen en riesgo la supervivencia de estos raros animales, son variados. La desforestación es una de las principales causas de deterioro del hábitat natural de esta especia. En segundo lugar, la caza furtiva, en procura de la piel del okapi ha conspirado, provocando un dramático descenso de la población.
Otro elemento a considerar es el hecho que las áreas del Congo, donde habitan los okapis, se encuentran en constante estado de beligerancia y luchas armadas, lo que dificulta el accionar de los grupos conservacionistas y la ejecución de políticas destinadas a la preservación de la especie.
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