Con el nombre de salamanquesa, se conoce a un pequeño reptil que habita, principalmente, las zonas de la cuenca del Mediterráneo. Es común verla en la península Ibérica compartiendo espacio con los seres humanos en barrios y zonas edificadas. El hábitat de estos pequeños animales se ha extendido a varios países sudamericanos, como por ejemplo Argentina, donde se la conoce con el nombre de lagartija. La salamanquesa pertenece a la familia de los Gekkonidaes y su nombre científico es Tarentola mauritanica.
¿Cómo reconocer una salamanquesa? sus características
En su edad adulta, la salamanquesa puede llegar a medir hasta 15 centímetros, a lo que hay que agregarle una longitud igual o mayor para la cola. En su cuerpo, robusto y aplanado, posee una cabeza triangular, ancha y destacada. Su cabeza puede diferenciarse claramente del resto del cuerpo ya que la salamanquesa posee un pescuezo muy marcado. Los ojos son grandes y destacados. Carecen de párpados y sus pupilas son verticales. La salamanquesa tiene la particularidad de regenerar su cola cuando pierde ésta por algún motivo.
El color de estos reptiles va desde un gris pardo hasta el marrón y puede presentar algunas manchas o detalles blanquecinos. El vientre es de color uniforme y casi blanco. Los colores de la salamanquesa le permiten pasar desapercibida, inclusive, dependiendo de la luminosidad, su piel puede variar de color.
Sus patas son cortas y en sus extremos están dotadas de 5 dedos en cada una de ellas. Los dedos cuentan con unas protuberancias laminares, laterales e inferiores que le permiten cierta destreza para trepar, aun en superficies verticales.
Comportamiento de la salamanquesa
Estos pequeños animalitos eligen para vivir zonas urbanas. Buscan lugares donde existan buenas estructuras lumínicas y se esconden en edificios abandonados, intersticios de muros y rocas, troncos de árboles, depósitos de autos abandonados.
La salamanquesa es un animal de hábitos nocturnos y la elección de áreas con buena iluminación artificial no es casual, ya que se alimenta de los insectos que son atraídos por las luces. Es posible, también, verlas activas en las horas próximas al crepúsculo. Durante los días soleados de inverno pueden verse con cierta actividad.
Debido a su sangre fría, la salamanquesa es incapaz de controlar su temperatura corporal, de manera interna, a diferencia de la mayoría de las especies de sangre caliente. Por eso cuando necesitan recuperar calor corporal, es común verlas pasar importantes períodos de tiempo asoleándose. Por el contrario, si lo que necesitan a provocar un descenso de su temperatura corporal se colocan en lugares a la sombra o frescos.
En aquellas zonas de climas frescos, estos reptiles presentan una inactividad casi total en los meses de invierno. Los ejemplares que habitan en zonas más cálidas pueden presentar algún tipo de actividad durante el invierno, pero no es lo más habitual.
Estos reptiles son, básicamente, insectívoros. Se alimentan de polillas, grillos, mariposas nocturnas, moscas y mosquitos. En período de escasez de insectos las salamanquesas pueden llegar a comerse entre ellas.
Para comunicarse con ejemplares de su misma especie emiten una serie de chirridos y sonidos agudos, apenas perceptibles. Son animales muy territoriales, sobre todo en cercanías al lugar donde viven y cazan.
Reproducción de la salamanquesa
En el proceso reproductivo, el celo de las hembras comienza en marzo y se prolonga hasta el mes de julio – hablando del hemisferio norte -, en el caso de la actividad testicular de los machos, ésta arranca en enero, siendo la mayor actividad en el mes de mayo y decreciendo en el mes de agosto. El período reproductivo se produce durante la primavera, pudiendo prolongarse hasta el principio del verano.
Durante la cópula, es común ver como el macho muerde el vientre de la hembra. Luego de producida ésta, la hembra pone sus huevos – entre 1 y 2 por puesta – en lugares bastante inaccesibles, enterrados, entre las piedras y hasta bajo las tejas de los techos. El período de incubación de los huevos dependerá en gran medida de la temperatura que estos reciban. Los tiempos pueden variar entre 40 y 75 días. A mayor temperatura, menor es el tiempo de incubación.
Cuando los huevos hacen eclosión, las crías recién nacida miden entre 4 y 5 centímetros de longitud. Las expectativas de vida de la salamanquesa están ubicadas en el orden de los 3 a 4 años, sin embargo, se han registrado caso de ejemplares criados en cautiverio que llegaron a vivir 8 años.
La salamanquesa es una especie que no se considera en peligro de extinción, por lo que es considerada de riesgo moderado. Las principales causas de disminución de su población se deben al ataque de depredadores mayores y, por su proximidad a zonas urbanas, muchos ejemplares mueren debido al tránsito vehicular en calles y rutas.
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