La sardina pertenece a la familia de los arenques, anchoas, alacha, espadín y sábalo. Abunda en aguas cálidas y saladas, donde se agrupa en grandes cardúmenes o bancos, fácilmente perceptibles por las “manchas” que producen en la superficie, con sus movimientos verticales.
Un detalle curioso, es que los bancos de sardina no se forman al azar. Ellas se organizan según su apariencia, color, talla y tamaño, y se desagrupan solo para comer. El resto del tiempo permanecen juntas, incluso al momento de migrar. Por lo general se sumergen en aguas profundas durante el invierno, y ascienden en verano.
La sardina suele mantenerse alejada de la costa, por lo que es considerada un pez pelágico.
Su nombre obedece al protagonismo que tuvo en las costas de Sardina, actual isla Cerdeña, ubicada en el centro del Mar Mediterráneo.
Por su alto contenido graso (Omega 3), la sardina entra en la clasificación de peces azules. Contiene vitaminas, proteínas y minerales (fósforo, magnesio y calcio), que la convierten en una de las especies más saludables y apetecibles de la gastronomía mundial, especialmente la española. Se acostumbra a comer al natural, salada, ahumada, frita y en escabeche.
Hábitat y tipos de sardinas
El principal hábitat de la sardina es el Océano Atlántico, desde el sur de África hasta el norte de Europa. También se halla en el Mar Mediterráneo, el Mar Cantábrico, el Canal de la Mancha y el Mar del Norte.
Su pesca se realiza con artes de cerco, mediante el uso de redes que se presionan y cierran para capturar bancos enteros.
En el Atlántico es habitual encontrar a la Sardina pilchardus pilchardus, mientras que en el Mediterráneo abunda la Sardina pilchardus, dos de las variedades más conocidas.
Características de la sardina
Por su anatomía, la sardina es un animal fácil de distinguir. Su cuerpo es esbelto y alargado. Posee escamas ovaladas, con bordes lisos y ligeramente calcificadas. Son resplandecientes, y esto se debe a las capas de cristales de guanina que, mezclados con el citoplasma, crean reflectores de luz que no se polarizan.
Esos destellos lo usan a su conveniencia para comunicarse y protegerse. Los dirigen hacia sus depredadores (cetáceos, moluscos, aves y mamíferos) para desorientarlos y cegarlos.
Tiene mucha agilidad y dinamismo, destrezas que no solo obedecen a su capacidad para nadar, sino también a la agudeza de sus sentidos. La manera lineal en la que se congregan, les permite coordinar sus movimientos, entorpeciendo los “planes” de caza de los atunes, delfines y tiburones que andan siempre tras su pista.
Su tamaño promedio es de 25 centímetros, y su peso puede alcanzar los 200 gramos, en su edad adulta.
La aleta dorsal y la caudal están apartadas, y las pelvianas se embuten en la zona del abdomen.
En su mandíbula superior contiene dientes diminutos, que escasamente le sirven para alimentarse. Algunas incluso no llegan a desarrollarlos.
Lo más característico de la sardina quizá sea su combinación de colores. En el dorso se distingue un tono verdoso, en los lados un azul brillante, y en el vientre un blanco radiante.
Alimentación y reproducción de la sardina
La sardina se nutre del plancton, el cual ingiere mediante las branquiespinas, que son unos pequeños filamentos dispuestos en las branquias, que ayudan a los peces a separar las impurezas del agua, para poder pasar la comida directamente al estómago.
Utilizan diferentes técnicas para alimentarse, como posicionarse frente a las corrientes que arrastran al plancton, y abriendo su boca para que éste llegue a las branquias, y el agua salga por los opérculos.
Para reproducirse, las hembras sueltan entre 50 mil y 60 mil huevos al mar, que posteriormente son fecundados por los machos. Sus etapas de evolución inician en el huevo, el cual posee en su interior una dosis de grasa que impide que se hunda al producirse el desove, en primavera.
Al mantenerse flotando, pasan a integrar el plancton, hasta producirse la eclosión a los 15 días. En ese tiempo, muchos son devorados y otros terminan siendo víctimas de la corriente, así que solo unos pocos logran sobrevivir.
Cuando alcanzan los 14 centímetros de longitud, ya están aptos para comenzar de nuevo el ciclo reproductivo. Viven entre ocho y 15 años.
Múltiples usos y beneficios
La sardina es un producto muy codiciado, debido a sus múltiples nutrientes. Contiene proteínas, grasas y agua. Es rica en vitaminas A, D, B, B2, sodio, potasio, calcio, magnesio, hierro, fósforo y azufre. Se calcula que cada 100 gramos aporta 106 calorías.
España, Portugal, Canadá, Japón, Dinamarca y Alemania Federal, destacan como las principales naciones exportadoras, siendo la sardina enlatada, conservada en aceite, una de las más comercializadas.
Los desperdicios de la sardina son aprovechados para la elaboración de un aceite que luego es empleado para la fabricación de jabones y pinturas.
El consumo de sardina es apropiado para personas diabéticas, asmáticas y depresivas. También es apto para pacientes con problemas cardíacos, afecciones estomacales, túnel carpiano y ciertos tipos de cáncer. Además, fortalece la piel, los huesos y el sistema inmunitario.
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