Más que por su apariencia, que no ha evolucionado en miles de años, el tapir se ha popularizado por la creencia china de que se “come las pesadillas de las personas”. Sus características son muy peculiares. Es redondo y robusto como un cerdo, pero tiene hocico, labios gruesos, y ojos azules pequeños. Su visión no es muy buena, pero el resto de sus sentidos funcionan a la perfección. Es hábil para oler el peligro y su oído está bien desarrollado. Usa su nariz para sostener los alimentos y respirar debajo del agua.
Se dice que el tapir habita en nuestro planeta desde hace 35 millones de años, lo cual lo convierte en un animal primitivo. Por sus dimensiones (2 metros de largo, 1,10 de alto) y peso (250 kilógramos), podría pensarse que es lento y perezoso, pero no es así. Su cuerpo es tan compacto, que puede desenvolverse fácilmente por los diferentes espacios naturales, aunque prefiere las riberas y lagunas.
Parentesco y características del tapir
El tapir integra la familia Tapiridae, el orden Perissodactyla, la superfamilia Tapiroidea y el género Tapirus. Su nombre científico es Tapirus terrestres.
Se contabilizan cinco especies: el tapir malayo, el tapir de Baird, el tapir Kabomani o tapir pigmeo, el tapir de montaña y el tapir brasileño.
Las extremidades y la cola de este mamífero son cortas. Tiene tres pezuñas en las patas traseras y cuatro en las delanteras. Las orejas son ovaladas, similares a las de los cerdos. La hembra tiene un par de mamas en la ingle.
El pelaje erizado que arropa su cuerpo, es marrón, gris o negro, o una combinación de ellos.
Hábitat del tapir
Se halla en América Central y del Sur, específicamente en Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú, México y Paraguay. También se ve en localidades del Sudeste Asiático como Birmania, Tailandia, Malasia y Sumatra.
La selva es su hábitat natural. Es común encontrarlo en bosques caducifolios y de montaña, pantanos y praderas.
Huye de la civilización y de todo cuanto pueda representar un riesgo para él. Le gusta sumergirse en los reservorios de agua, donde puede permanecer durante tres minutos. Se comunica con sus pares a través de silbidos y señales olfativas.
Comportamiento
En general el tapir es un animal solitario. Aprecia el día, pero en sitios donde hay presencia humana, adopta hábitos nocturnos. Eso sí, es muy sedentario.
Tiene comportamientos parecidos a los de la cebra, caballo y asno, como rascarse entre ellos el dorso para disminuir la agresividad, o relajarse.
Cuando se siente amenazado, usa sus mandíbulas para atacar, pudiendo causar graves heridas. No obstante, suele prevenir los enfrentamientos y resguardarse en el agua.
Sus principales depredadores son el jaguar, los cocodrilos y la anaconda.
El tiempo de vida promedio es de 25 a 30 años.
Convivencia
El tapir es un escalador y nadador por excelencia. Se han encontrado rastros de él a 4.700 metros de altitud, en las nieves del volcán Sangay.
Con frecuencia marca su territorio con orina. Al verse invadido, se torna agresivo con el otro. Para reflejar su hostilidad, muestra sus dientes y mueve sus orejas hacia adelante, provocando la huida del otro.
Pocas veces pelean, pero si lo hacen, se muerden las patas traseras con sus afilados incisivos.
Además de bañarse constantemente, se revuelca en el barro para ahuyentar a los insectos. De igual manera, se frota contra los árboles para librase de las garrapatas y los pelos sueltos.
Alimentación y reproducción del tapir
Su alimentación es herbívora. Se nutre de hojas, brotes, ramas, hierbas, flores y frutas. Recolecta su comida por las noches. Con su nariz olfatea la zona hasta dar con la variedad de planta de su preferencia, aunque suele comerlas casi todas.
La hembra madura sexualmente a los dos años, pero inicia sus ciclos de apareamiento entre los tres y los cinco. Los partos son cada 24 meses. Tiene una sola cría.
Los machos luchan por ella. Al haber un ganador, inicia un cortejo que lo lleva a la excitación: silba y se orina. Hay unos que se emparejan de por vida.
La copulación del tapir se da en el agua. En ese momento se muerden las orejas, los pies y los costados. La gestación demora unos 13 meses.
La cría del tapir nace de cabeza y con los ojos cerrados. Así permanece por una o dos horas. En los primeros seis meses de vida, muestra unas vetas marrón o beige que desaparecen o se atenúan con el tiempo. Estas le permiten camuflarse en la selva, donde permanecen mientras la madre sale a alimentarse.
A la semana de haber llegado al mundo, ya estará preparado para salir con su mamá. Estarán juntos por dos años y luego él se irá para defenderse por sus propios medios.
El tapir está en peligro de extinción por la pérdida de hábitat, la fragmentación de sus poblaciones y por la constante caza. Su carne es usada como alimento.
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